EDIFICIO DACAL
La sola fachada (madera, bronce, vidrio y aroma a vainilla al entrar) fue suficiente para cambiar el ritmo que traía desde Santiago en mis pies. Me atrapó de inmediato el silencio de esos oscuros techos altos y la llegada de un ascensor antiguo, con rejilla, al que subí confiado. Cuarto piso, por favor, le dije al señor setentón que me recibió severo al llegar. Nadie caminaba por los pasillos, ni una voz se escuchaba, sólo el murmullo tenue de la calle, sábado al mediodía.
Me entrevistó una psicóloga muy simpática pero implacable, que supo llevar la conversación hasta mis coyunturas más profundas... en realidad, no sé si fue su pericia en el arte del bla-bla o si simplemente fui yo quien deseaba que ella encontrara esas capas abisales de mi mente acuosa.
Aguita de bailahuén y una hora exacta de mundos expuestos en una trenza de palabras y miradas. Al irme le pregunté si podía tomar fotos del edificio. Me dijo, pero claaaro!, no hay problema...
Aquí están, el ascensor, el patio de luz, las escaleras y esta mezcolanza tan típica del puerto en donde podemos encontrar desde estilo neoclásico hasta art deco.
Maravilloso.
Giuseppe Tanino
