Monday, September 24, 2007

Silencio
Apenas viento y el crujir de pasos
Y mi teléfono celular
Que se ha quedado sin batería buscando señal
En este cielo limpio de partículas y ultra frecuencias.




Tiempo
Petrificado y lavado con deshielos
Simultáneo y sucesivo a la vez.
La historia del mundo se derrite dentro de mi boca



Soledad
Habitante milenaria de esta tierra patagónica
Te conectas juguetona
Con la que llevo adentro,
Resuenas.



Música
El telar en movimiento
La urdimbre se tensa y el verso se yergue
Ya nada será igual.

Giuseppe Tanino

Si les gustó pueden ver más fotos en el fotopéndulo

Thursday, September 13, 2007

EQUIPAJE



En mi mochila
La botella de agua,
La libreta, la ropa,
Por siaca
La vieja cachimba,
Algo de música,
Desde Pärt y Keith Jarret
Hasta Charlotte Gainsbourg,
Alunas páginas de Kawabata
“El Sonido de la Montaña”,
Lentes y prismas,
Monedas sin valor,
Gusanos de seda,
Un sueño que atesoro,
Y chocolates.

Afuera quedan
Mi camisa y mis zapatos,
Mi acordeón,
Mis perros,
Las partituras,
Casi 400 alumnos,
Las pelusas,
El calor en las sábanas
Y una cama
Oniródromo voluptuoso
Que ya no me toma en serio.

Wednesday, September 12, 2007

EPISODIOS MÁGICOS (PARTE II)

Lo que les voy a contar parece una historia sencilla de amor y desamor, pero resultó ser una compleja situación, una bisagra en mi vida que fue resuelta por un fósforo y un cigarro. Intentaré hacer que la entiendan desde su contexto más vivencial.



Se trata de los años más glamorosos de mi vida, cuando era redactor creativo en una importante empresa de eventos, editorial, diseño y publicidad llamada Diseñadores Asociados. Además de mis labores meramente profesionales participaba de todo el sinfín de actividades que esta empresa desarrollaba con su revista estrella llamada Cocina y Vinos del Gourmand, una publicación gastronómica bastante elegante y que además tenía anualmente un gran evento, la Expogourmand, que se realizaba en Casapiedra con los mejores chefs de Chile además de las principales viñas y restaurantes del país.

Dentro de mis compañeros de trabajo había una chica que estaba muy entusiasmada con migo, era muy coqueta cuando nos veíamos. En ese momento no me incomodó su actitud, al contrario, estimuló un poco mi debilitado amor propio, pero nada más. En esos tiempos yo ya pololeaba con Tulipa. El problema empezó cuando esta compañera se propuso conquistarme de una manera muy agresiva, me llamaba al anexo a cada rato y era bastante directa con lo que ella quería, no se andaba con cosas suaves. Pareciera que ella había detectado que mi relación con Tulipa no andaba muy bien y arremetió con toda su personalidad y su seguridad haciéndome sentir como un pollo desplumado. La verdad, debo reconocer que ella logró angustiarme profundamente. No quería hacerle daño a Tulipa, no quería tampoco cambiarla por esta nueva mujer, no me proyectaba con ella pero tenía curiosidad por probar. Me sentía muy a la deriva, inseguro y me di cuenta de que necesitaba estar solo, pero no como pretexto para comenzar una nueva relación, sino para estar SOLO de verdad y tomar nuevamente las riendas de mi vida. Así lo hice, le conté todo a Tulipa (drama aparte) y comencé a buscarme. Nos dimos un mes de incomunicación obligada, luego veríamos que es lo que pasaría.

Ese mes fue el más largo de mi vida y creo que ahí fue cuando comencé a contactarme con la naturaleza y el entorno de manera más directa. Curiosos signos fueron apareciendo sistemáticamente cada vez que yo pedía ayuda a viva voz. Recuerdo cuando estaba por cumplirse el mes de incomunicación, estábamos en pleno evento Expogourmand y me tocó trabajar codo a codo todos los días con esta mujer astuta y sensual. Un placer y un martirio. Finalmente todo se resolvió en un diálogo mágico. Salí a fumar al estacionamiento cuando la jornada estaba terminando (en esa época todavía fumaba, y de los fuertes) siento que ella sale detrás de mí, se acerca y me dice, se ha cumplido un mes desde que quisiste estar sólo, necesito saber ahora que has decidido… Plop! Aún no sabía qué responder, o quizás sí, pero no me salió palabra, pedí ayuda, necesitaba un signo una señal (yo y mis hueás místicas). La miré, saqué un cigarro, era el último del paquete, sonrío, saco un fósforo y (mira que signo hermoso) era también el último de la caja. Estaba todo claro, se acabó. Si ella quería una respuesta ahí mismo, esa respuesta era “fin”.

Hoy recuerdo con cariño ese cigarro que terminé fumando sólo en los estacionamientos de Casapiedra con una angustia que se disolvía en el aire como las bocanadas de humo, recuerdo mi sonrisa esa noche y sonrío ahora. Ese cigarro no sólo marcó el fin de esa angustia, sino que me decidió a tomar las riendas completas de mi vida, así fue como duré poco tiempo más en la publicidad y recomencé en la música y la poesía, también me dejó de encandilar ese glamour y esa gente, digamos que aproveché ese momento para dar un paso real. Pienso ahora en Tulipa y en nuestra relación, en como cambió desde ese reencuentro y cómo construimos lo que vendría después humilde pero consecuentemente.

Ahora pienso también en el signo. Si hacemos una partición semiótica sencilla encontraremos el significante por un lado, (último cigarro, último fósforo) y el significado por el otro, (el fin). Pero en realidad ese significado pudo haber sido cualquiera, como el fin de un período y el comienzo de otro, idea que me habría llevado a la solución opuesta, terminar definitivamente con Tulipa y comenzar una nueva relación. Pero por algo no fue así, quizás en el fondo ya sabía que responder y ya tenía resuelta mi incertidumbre antes de encender el cigarro, pero necesitaba un impulso, una señal, un signo mágico.

Giuseppe Tanino

Monday, September 03, 2007

EPISODIOS MÁGICOS (PARTE I)


Hoy quiero comenzar un ciclo de relatos en donde el universo mágico es el único hilo conductor. Se trata de distintos momentos de mi vida en donde me he enfrentado a curiosos diálogos, a un sistema de signos gobernados por la naturaleza y el espíritu.
Los que me conocen bien y saben que soy para nada esotérico deben estarse preguntando ¿Qué onda, Tani?
Y bueh! sólo es lo que es.

No recuerdo bien qué día antes del cambio de milenio, estaba feliz porque había encontrado Las Obras Completas de Juana de Ibarbourou en una tienda de libros usados, además estaba muy barato y era de esas ediciones antiguas, editorial Aguilar, con tapa de cuero y papel biblia, un lujo. Quería leer, pero tenía que ser inmediatamente, así que busqué un lugar inspirador. Tomé una micro y me fui al Paseo Yugoeslavo en Cerro Alegre. Leí con fruición, como quién abre una carta de amor esperada hace meses. A medida que leía el entorno poco a poco iba desapareciendo de mi conciencia, los árboles, los barcos, el zumbido lejano del mar, el Palacio Baburizza, todo desapareció, sólo existía el libro y yo… Juana y yo. Su palabra escrita en segunda persona, directamente al amante, me cautivaba como a un niño. Pensé en cómo era posible que esta mujer fuera capaz de enamorarme sólo a través de su palabra, ya estando ella muerta hace décadas. Y así seguí leyendo entre perfumes, palabras dichas al oído y piedras tiradas al pozo, hasta que llegué a un poema que de verdad me estremeció, se llamaba Vida Garfio. Una instrucción dejada al amante para cómo sepultarla el día en que ella muriera - Donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos, alargados en tallos, suban a ver de nuevo la lámpara salvaje de los ocasos rojos. Uf! de inmediato recordé un poema que yo había escrito en el colegio, en donde explicaba cómo deseaba que me sepultaran, una idea que se parecía mucho a la de Juana de Ibarbourou - Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen en la greda amarilla de mis huesos menguados. No puedo explicar lo que sentí en ese momento cuando terminé el poema, sólo recuerdo que pasó el tiempo en silencio, en un momento cerré los ojos y dije en voz baja (y muy espontáneamente): “Te Amo”. Al momento de abrir los ojos pasó lo inexplicable, comenzó una suave brisa a soplar en el cerro y desde no sé dónde cayó una flor justo al centro del libro abierto sobre mis manos. Quedé callado y pasmado durante un buen rato, luego cerré el libro con la flor adentro y me di cuenta que era ya casi de noche y que estaba congelándome.

Es gracioso cuando ahora pienso, ¿qué puede tener de mágico este episodio? y si en realidad fue sólo el viento que trajo un objeto cualquiera a mi libro, una flor como pudo haber sido una hoja, un boleto de micro, hasta una bolsa de supermercado, cómo se me ocurre pensar que fue Juana. Lo gracioso es que cuando pienso así, finalmente no soy yo quien habla, sino la suposición de alguien “sensato”. Alguien con los pies bien puestos en la tierra. Alguien que sabe diferenciar entre realidad y fantasía. Alguien que, por supuesto, no soy yo.

Giuseppe Tanino