MI ÚLTIMA CONFESIÓN

Para los que no me conocen muy bien, les cuento que provengo de una familia católica y fui educado en un colegio anglicano. La religión siempre fue importante en mi niñez desde el viejo debate católico-protestante. Hoy, ya lejos de los dogmas y culpas con que me educaron recuerdo mi última confesión ante un sacerdote, un aaaaalto personaje, de manos gigantes y sonrisa nerviosa, era argentino. Nada extraño noté en él aquella vez, pero hoy aterrado me doy cuenta de que le abrí mi corazón al mandinga en persona. La semana pasada resonó una impactante noticia en la prensa internacional, un sacerdote argentino es condenado a cadena perpetua por violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura 1976 - 1983. Cito textual de la publicación hecha por el diario La Tercera:

El jefe de gabinete del gobierno argentino, Alberto Fernández, valoró el que finalmente "se alcanzó la verdad" en el juicio contra el ex capellán de la Policía de Buenos Aires Christian Von Wernich, sentenciado a cadena perpetua por siete homicidios, 42 privaciones ilegítimas de libertad y 32 casos de torturas en el marco del "genocidio" ocurrido durante el régimen militar de ese país, entre 1976 y 1983.

Era el mismo "santo hombre" que había escuchado mis pecados. El mismo que me hizo rezar penitencias. Qué tristeza profunda sentí al ver la noticia, como un silencio helado, náuseas y una sensación de suciedad que no me podía sacar de la piel. Por algo quizás esa fue mi última confesión.

acá se me ven las patitias ¿adivinas cuales son?

Por suerte mi hermano, el chamán, apareció con su magia ancestral, su medicina del espíritu, sus vapores sanadores y sus cantos purificantes. Me invitó el domingo a un Temazcal en la Comunidad Ecológica de Peñalolén. Experiencia recomendable para todos. Entré al útero de la Madre Tierra y me cociné al vapor de las piedras, pero nací de nuevo. Nada más hay de ese cura en mi espíritu… ojalá se pudiera limpiar así las vidas de todas las familias de los torturados, ejecutados y desaparecidos durante esos años oscuros.

Ahora sí soy otro,
¡por todas mis relaciones!

Giuseppe Tanino